Vamos a ver…
Recapitulemos. Me refiero a la vida interior, a lo que reconocemos que nos
ilumina, que hacemos simplemente ‘caso’ o que nos convencen, y quizás lo que
nos tienen por dado.
En el cuadro
del Cristo de Velásquez puedo vislumbrar la divinidad de un ser humano, y en la
música de Bach cierto recogimiento. También encuentro trascendental un templo
con alguien rezando en él.
Pueden
imponerme de golpe un cuerpo sagrado con su urna dorada, representando el
cuerpo sagrado de Cristo, la existencia de Dios y de su hijo en la Tierra , lo que dijo y no
escribió nunca y que quizás se malinterpretara.
Quiero, con
ello, concebir algo extraño cuando el cielo me embarga y el Alma –que es el
cuerpo desnudo- se hace sentir.
Si ‘Dios
dijo..’ es una simplificación pues no puede decir nada y lo dice todo a la vez.
Si intentan convencer de algo distinto que sea por lo menos con razones de
peso, dado lo cual solo quedan dos caminos:
-
La revelación interior: Pensar que es cierto porque
crees en ello y nadie puede hacerte dudar pues es una evidencia propia que no
puede ser compartida sino con alguien que haya tenido la misma revelación.
-
Mediante la alegoría. Representaciones y mensajes fuera
de toda lógica que te hagan ver más allá de este mundo ‘real’ y angosto.
Pienso en que
deberíamos tener cuidado –y no cuidado- con el apartado de revelación interior.
Puede que tengas deseos de tener vida eterna, justicia o algún vestigio de
moral en un entorno que ves degenerado y relacionarlos con respuestas
satisfactorias sin ningún fundamento. Sería conveniente esperar una respuesta
con algún tipo de fundamento con cuestiones tan fundadas como son las que se
basan en la necesidad de justicia, en la existencia de un mundo doloroso e
inmoral en el que nosotros formamos parte.
En cuanto a la
revelación solo puede incumbir a la propia intimidad del individuo, siendo las únicas
posibles razones externas laberintos causales o alegóricos.
Las palabras ‘Yo
Creo’ te conciernen a ti y a nadie más.
Ahora bien,
puede que la especie humana forme algo más que unos cuantos individuos, pudiéndose
ver esto último en nuestra conciencia más íntima.
¿De verdad
sabemos lo que somos? Yo no lo sé. Puedo, en cambio, saber lo que me agrada o
desagrada, pero no sé el ‘por qué’. Puedo llegar a pensar que lo que me
desagrada coincide con lo que no me conviene, pero eso ya sería suponer que a mí
me puede convenir algo, a un ‘yo’ con amago de ‘ser’ que en el fondo no es
nada. Éste ‘me conviene’ puede, además, chocar con el ‘me conviene’ de otro ‘yo’
que vuelve a tener amagos de ‘ser’ y no ser nada. Si seguimos especulando de
este modo podemos llegar a cierta generosidad muy alejada de nuestra
naturaleza.
¡Y más vale no
contradecir a la naturaleza! Pues ésta no puede ser contradicha.
Aquí he podido
dar un salto demasiado temerario y no. Puesto que nos creemos con una voluntad
libre, que nos movemos y andamos, elegimos lo que queremos cuando queremos,
siendo unos amagos de dioses con un pequeño margen de libertad, y eso, gracias
a Dios, no es así. Si estoy escribiendo ahora estas líneas ha sido por algún
motivo que no me ha dejado margen para hacer lo contrario, el ensamblaje de
estos motivos con sucesos y acciones subyace en la misma Naturaleza, y diría yo
que en su conciencia más íntima. Todo es natural, amigos, y lo que no sería natural
es contaminar un lago y que no se contaminara, o soltar una piedra y que no se
cayera.
Anteriormente
comentamos sobre la moral y la necesidad del ser humano de guardar cierto orden,
y es que el hombre debe hacer ciertas cosas para que no nos sintamos en algún
momento como víctimas, siempre y cuando nosotros no seamos los verdugos. Básicamente
el ‘no hagas a otra persona lo que no quieras que te hagan a ti’.
Comento a continuación
un comentario revelador que encontré en una entrevista de un programa de la televisión:
“- ¿Qué es lo
bueno? ¿Qué es lo malo?”
“- Malo es que
tú tengas gallinas y venga alguien y te robe una. Eso es malo. Bueno sería que
quien te las robara fuese yo.”
Me gustaría
comentar sobre el texto anterior que el pensamiento de que algo no es moral es
simplemente porque no estaría bien que ‘me
lo hicieran a mi’ y que la cosa cambia si soy yo el ladrón justificando que la
víctima hiciera lo mismo si estuviera en las mismas circunstancias que el que
delinque.
¿Lo moral es
relativo? ¿Relativismo moral? Yo pienso que sí. Siempre ha sido así.
Como hemos
dicho antes; lo que no sería moral es que al prender una cerilla no se
encendiera.
Se ha descrito
hasta ahora una versión muy limitada de una realidad apenas aparente. Pero si
indagamos un poco más se nos descubre un universo de colores y sensaciones
nuevas mediante el mundo alegórico, y aquí Dios, en mi caso –en el de otros
pueden hacer lo que les plazca-, es fundamental. Mucho más fundamental que el
resto del mundo ‘realista’ sin sentido y sin sorpresa, pues hablamos de nuestra
propia conciencia, la de cada uno y la de todos.
En esta
conciencia es donde somos de verdad eternos, algo que no somos en la ‘realidad’,
en esta realidad que pretende ser reina y es solo esclava de una ficción que de
vez en cuando me invento.
Y es que la
ficción sana… ¡Claro que sana!
Pues no nos
queda otra que la naturaleza, nuestra más profunda conciencia, donde Dios juega
a darte preciados regalos y estimularte con ofrecerse a Él mismo. Desde ella
somos libres y buscando en ella soñamos hacernos.
A partir de
aquí, los verdaderos iluminados dejan de escribir, no dicen lo que tienes que
hacer –volviendo al principio de nuestro argumento-, pero se dejan sentir y
fluir por entre las entrañas de nuestro ser como si fueran mariposas que de
estar disecadas de pronto deciden echar a volar.
Perdonen las
molestias.